Tuesday, October 09, 2007

UN TIGRE ARDIÓ EN EL F11

“Pase bien y hable mal” fue la consigna que uso una revista cultural este año para promocionar su segundo festival, en el cual se encontraron toda la crema con nata de la sociedad, la nata y la leche cortada. El F11, espectacular puesta escena de la palabra y la imagen, con un exquisito reparto: narradores, historiadores, arquitectos y personalidades de talla nacional y peso internacional. La programación fue variada en los tres días, como los temas que aborda la revista.

Personalmente, asistí a cuatro eventos pagando boleta. A la presentación que daba título al festival, a la charla de Abad Faciolince sobre biografía y literatura, a la charla de Philipp Blom y al estreno de la película “Un tigre de papel” de Luis Ospina, tema que desarrollaré en este escrito. Pero antes quiero hacer una nota a pie, la asistencia en general a los eventos fue alta, la mayoría de las charlas en el auditorio del Moderno estuvo copada, y la película no fue la excepción.

Este lanzamiento se retrazo un poco por problemas técnicos y tuvo una interrupción en la mitad, respiro necesario después de hora y media. Luego hubo una disertación con Diego León Hoyos y Luis Ospina. El evento finalizo como los grandes ágapes, con una copa de vino y muchas críticas.

En términos generales, la película es un documental sobre “Pedro Manrique Figueroa”, el espíritu y sentir de una época, cuyo nacimiento data del 28 de diciembre 1934, y en cual se recalca que toda mentira repetida varias veces se convierte en verdad, y es verdad para los espectadores que seguimos una historia bien documentada, con situaciones históricas definidas y lugares maravillosos, ya sea que se hable de la China o de la Universidad Nacional.

Gay Talese dijo, dentro de las preguntas que le hizo Andrés Hoyos, que a él le interesaba la vida de las personas comunes, aquellas que tenían una historia que contar, y eso nos plantea la película de Ospina, cuyo protagonista es construido desde la memoria de los participantes en el documental. Por eso sabemos que Manrique estuvo en el Bogotazo, fue comunista, creyó y militó desde la izquierda. Conocemos de su estancia en el viejo mundo, vemos a su hija hablar sobre el amor desmedido que su madre le tenía a Pedro. Presenciamos su romance con la pintora y su vinculación al movimiento hippie. Lo oímos en la plaza Che alborotando a los estudiantes. Y todos salimos de la película recordando su obra plástica. Se podría decir que su donación al museo es tan real que la vemos en una bóveda especial.

Después del resumen, viene el discurso. La obra plástica de Manrique Figueroa es una crítica a la sociedad, de la cual sólo Luis conserva los originales. Sus poesías son tan vanguardistas que sólo las pudo haber recitado bien Vicky Hernández. Su vida es la de cualquier ser humano, eso la hace fascinante. La forma de la narración que utilizó Ospina, documental, ilustra el sentir de época apegada a la historia, a los hechos, a lo falso. Valga como apreciación, importa más el sentir, la percepción, eso nos hace reales, punto que resalto Blom en su charla.

En fin, de lo anterior concluyo que hay que ver la película y apoyar el cine colombiano –frase de cajón, maravillosa… el resto, los detalles se los dejo a ustedes, espectadores de la película y lectores de estas breves palabras. Ah, se me olvidaba, un brindis por los muertos, ojala ya estén en paz.