Thursday, December 04, 2008

La verdad de un sueño que se convirtió en pesadilla

Todos tenemos sueños, unos más alegres que otros. Los hay que nos hacen sonreír en la mañana, ver la luz del sol con emoción y decir “Gracias”, otros que nos sacuden como un gran temblor. Pero finalmente son sueños, que a veces deseamos que se hagan realidad, o que de desvanezcan en ella.

Dice una canción de Silvio que una vez soñó con serpientes, yo también y ellas estaban por doquier, en la piscina, dentro del agua, fuera de ella, en el césped y querían devorarme. Otra vez soñé con aviones, con hombres y con rostros que me miraban y fue entonces cuando descubrí el tuyo entre la multitud, entre sonrisas y llantos.

Pero fue muy tarde cuando reconocí ese gesto, estabas ahí jugando al gato y al ratón, con tus manos agarrabas una flor y te comías uno a uno sus pétalos, examinabas cada palmo de mi cuerpo, ahogado en sudor, lleno de un frío estupor. Y que más podía ser, entre tanta gente me sentía sola, vacía. Quería camuflarme, perderme, olvidarme y tus ojos, inquisidores siempre, me hallaban.

Te acercaste prorrumpiendo algún hechizo, e hiciste que todos desaparecieran, las serpientes y los hombres. Me dejaste frente a ti, mi cuerpo temblaba de miedo y de felicidad, mis ojos se perdían en tu resplandor, tomaste mi mano y me condujiste por un largo pasillo, hasta desembocar en una gran cama, donde nuestros cuerpos se perdían. Y se perdió la noche, las estrellas, y éramos otra vez tu y yo, por un segundo.

Creo que eran las nueve cuando abrí los ojos, y desperté a la realidad: solo quedaba yo, sola y vacía, con muchos recuerdos de ti, con muchas ausencias de mí. ¿Y que más podía quedar si hasta tu rostro lo había olvidado?

Creo que fue un invierno frío cuando vi por primera vez la lluvia sacudir mis mejillas, cuando mis pies se sumergían en esa piscina llena de serpientes y de hombres, y por primera y última vez recordé mi sueño: necesitaba olvidarte de mis recuerdos, deseaba dormir eternamente para no encontrarte.

Monday, October 13, 2008

la carta de amor más cursi que jamás escribiré

Ahora me pregunto que quiero escribir y no hallo una respuesta lógica. Creo que este ejercicio de la página en blanco me atrae… enfocar las ideas y afinar la redacción y la ortografía. Hice una vindicación del amor fallida… que se quedo en mi archivo personal. Ahora intento hacer una reflexión sobre el amor y creo que haré la carta de amor más cursi que jamás escribiré, y que no tendrá destinatario, por supuesto.


Querido mío, hace unos meses le pedí a Dios por ti, incluso te describí. Ibas a ser el hombre más encantador de la tierra, que me comprendieras, el ser al que es fácil amar y decepcionar. Ibas a ser un buen perdedor, un gran bailarín y el mejor amante del mundo. Ibas a ser divertido, detallista y encantador… y claro tendrías los defectos que puedo tolerar. Quería un sapo arrunchador, no un príncipe falso.

Desde que te conocí supe que eras para mí y claro, no me equivoque. Eras el perfecto sapo, tan yupi como puedo tolerar, tan inteligente sin llegar a la pedantería, tan aterrizado como cohete y tan de tanto que las palabras para describirte son pocas. Y te escogí entre uno y miles, y te espere toda la eternidad porqué las historias de verdad se esperan toda la vida…

Y entonces te hiciste real, me mostraste tú mundo lleno de belleza, de reflejos de verdad, describiste con palabras el placer del amor y el dolor de la desilusión… confiaste en mí como yo en ti, y creíste que con un chasquido de dedos la miseria desaparecería de nuestras vidas, y así fue, por unos segundos. Incluso llegamos a pensar que los dos podíamos cambiarnos, que nada más nos importaba, que no necesitábamos otra cosa, y la vida nos sorprendió, con una dura y verdadera lección: nada es para siempre.

Y no aprendimos la lección, perpetuamos nuestro amor una y tantas veces, que siempre se volvió una medida de tiempo relativa y adaptada a nuestras necesidades. Entendimos la diferencia entre lo eterno y lo transitorio, y nos decidimos por lo transitorio, construimos nuestra relación todos los días y todas la noches, nos juramos amarnos hasta allá y más allá, con mucha suerte y con más dedicación, porqué lo transitorio se enmarca en el instante en que das un beso y desaparece todo, en que regalas una flor y descubres sus pétalos caídos.

Y ahora, que estamos acá los dos, te puedo dar las gracias por los buenos y los malos momentos, por los besos y las cachetadas, por la comida y la mierda, por todas las cosas que botaste y las que conservo, por borrarme o por recordarme. Solo tengo agradecimiento por ti, ser de luz que ilumino mi noche oscura, te debo mucho ya que ahora sé como creer en mí, y como encontrar tu esencia.

Si el camino que sigue lo vamos a hacer juntos, solo quiero que sepamos acompañarnos en los diferentes momentos de la vida, que podamos ser uno y el mismo sin anularnos y que nuestros sueños se dirijan perpendicularmente a un objetivo común. No me gustaría perderme del camino que trazamos para nuestras vidas.

Si el camino que sigue debemos estar separados, solo espero que me recuerdes con amor, como yo lo hago y si ha de unirnos, debemos preparar el camino para que sea más fácil la próxima vez. Si es así, te esperaré en mis sueños y me abrazaré a la almohada. Lo próximo que nos espera debe ser más picante y menos formal.


Aunque me gustaría que esta carta cursi tuviera un destinatario, por ahora solo tiene recuerdos, anhelos y buenos deseos.

Thursday, October 02, 2008

Programación neuro-lingüística

Una mañana te levantas más temprano de lo normal, te arreglas, corres por la buseta y llegas a tu cita médica, hasta ahí, todo va bien. La niña de la recepción, querida como ella, te dice: “su cita era ayer, tiene una multa”. Quedas muy pasmada, te acercas donde ella y le preguntas: “y perdón, ¿de cuanto es la multa?”. Y sales del centro médico desorientado, sorprendido e irritado.

Mientras meditas rumbo a tu casa, recuerdas que tenías otra cita, el mismo día y que la incumpliste, eso suma dos multas y dos semanas de espera, ya que las citas eran para especialistas y te las ordenaron el día que estuviste en urgencias, por lo cual debes mucho dinero y, lo más probable, es que las siguientes citas tarden una semana más.

Y mientras vas en el bus, retornas a los tres años. Yo juraba que la cita era hoy, ¿Cómo se fue a olvidar la fecha? ¿Por qué no vi las remisiones médicas? ¿Qué pasó, si yo fui la que pidió la cita? Y así, hasta el infinito. En este punto todos los sentimientos negativos han cesado y te ríes de ti, esperando que nunca pase de nuevo.

Si la programación neuro-lingüística existe, entonces debo asumir que mi error involuntario es voluntario, y que inconcientemente quería perder esas citas ya que no creo tener enfermedad alguna, como diagnosticaron. O que gracias a un lindo circulo negro en mi nalga derecha, a seis inyecciones, a un punto de suero, a una muestra de sangre, a dos manoseadas y una penetración… no quiero que me vea ningún médico.


Una mañana te levantas más temprano de lo normal, te arreglas, corres por la buseta y llegas a tu cita médica, hasta ahí, todo va bien, porqué el día se anuncia frío, un poco triste, porqué lo que empieza mal termina mal.

Sin querer queriéndolo, peleas con todo el mundo, y tu mirada que ayer brillaba, hoy solo tiene un leve reflejo de vida, y tu postura corporal se cierra y ya no sabes que más hacer para que la vida por la que luchas tenga algo de sentido y recobre su valor.


Una mañana te levantas más temprano de lo normal, te arreglas, corres por la buseta y llegas a tu cita médica, hasta ahí, todo va bien, porqué tu vas en contravía de tu proyecto de vida, sin saberlo. Lo importante es descubrir eso y cambiarlo, ya que solo tú tienes el poder para hacerlo.

Entonces mañana te vas a levantar con una sonrisa y vas a agradecerle a Dios por hacerte tan especial y tan sensible y vas a querer cada día más la vida y el amor, y vas a desear que los días malos sean un breve reflejo de todos los días buenos que has tenido y que te esperan.

Wednesday, October 01, 2008

Protocolo de seguridad

El blog de hoy iba a ser sobre lo absurdo del poder, pero hay algo más absurdo y es la censura, que puede estar dentro de la misma esfera. Quiero empezar con una frase que se me acaba de ocurrir:

Porqué soñamos con príncipes si los sapos en algún momento se convierten en príncipes. Pero toda relación, con sapos o príncipes, fenece.

Cuando tu escribes y públicas esperas tener un lector, y un lector implica algún tipo de censura. Hoy supe que tengo un lector al que herí y, de verdad, lo siento, me disculpo por la forma como esas palabras pudieron lastimarte, pero son parte de una radiografía dolorosa, que sentí muchas veces y ocuparon mis pensamientos en algún momento. Y ya sabes cuales son las medidas que voy a tomar.

Cambiando de tema, esta tarde estuve intentando ver mi “obra de arte”, la primera que expongo en mi vida, y espero que no sea la última.
El cuento es el siguiente, hace como un año salió una convocatoria para pintar marranos, muchos nos inscribimos pero no pasó de simples correos. Hace como un mes se volvió a lanzar, compre el marrano, lo pinte y lo entregue hace como una semana. Ayer se inauguro la exposición en la sede de Fondo de Cultura Económica (FCE) en el centro de Bogotá. Los que me conocen, saben que yo no voy al centro mucho, por lo cual al lanzamiento no pensé asistir.
Esta tarde estuve en la librería del FCE, lo primero que llamo mi atención fue la entrada, todo estaba cercado con vayas, nos recibieron policías con detector de metales y muchos guardaespaldas. El salón Gabriel García Márquez recibía por primera vez a nuestro magnánimo presidente, por lo cual mi visita estaba parcialmente perdida.
Aunque, no del todo, tome fotos de la ciudad, de la librería, tuve una linda compañía y me encontré con un compañero de carrera. Lo curioso es que cuando estábamos saliendo nos acercamos a la cafetería de Juan Valdes, como decía las señas, y con sorpresa descubrí dentro del salón una insignia de un marrano, lo cual anunciaba que mi visita no fue en vano. Burle una barda e hice que D lo hiciera también. Vimos unos marranos expuestos sobre un muro, desde una ventana exterior al VIII Salón Javeriano de Artes Visuales.
Hay quiero hacer dos paréntesis: 1. La arquitectura de Salmona (Rogelio) se caracteriza por usar el ladrillo a la vista, incorpora las cubiertas dentro de la estructura, haciendo que todo sea un espacio habitable y transitable, también integra el agua como elemento esencial de sus obras. Y hay algo que me encanta, y es que puede hacer que un espacio cerrado sea abierto, como es el caso del edificio de posgrados de la UN. 2. Todos los marranos sufren un “cambio xtremo”, se visten de payasos, de mariquitas y de infinidad de cosas que no alcancé a percibir desde el vidrio. Lo que se entendería en la física como la transformación de la materia y en las obras de arte, como transformación de la forma para llegar al objeto estético (todo aquello que altera los sentidos).
Cuando nos acercamos a la salida, un sr. Policía requisó a mi amigo porque no entro por donde era, yo la verdad no entendí que paso, si nosotros nunca salimos del espacio encerrado con vayas de la librería. Ni siquiera nos alejamos cincuenta metros de la salida estipulada para el magnánimo evento (lanzamiento de algún tipo de banco). Total, yo alegue con el policía y un guardaespaldas me increpo, yo le dije que yo estaba exponiendo y que me acerque para ver los marranos por la ventana, por lo cual también me esculcaron a mí, me hicieron prender la cámara, quien sabe para qué, y luego nos dejaron en paz arguyendo que era parte de los "protocolos de seguridad".
Nosotros salimos, y yo estaba entre brava e indignada, ya que en este país, y en todos, nos fijamos más en las apariencias y juzgamos por como nos vestimos, que tan largo llevamos el pelo, y son cosas tan irrelevantes como una visita del presidente a una librería que nunca ha pisado, ni siquiera en su inauguración.

Finalmente, que juzguen muy duro (de verdad) al padre del niño muerto en Chía, y que en la cárcel lo reciban con mucho cariño, como reciben a los violadores y asesinos de niños.

Thursday, September 25, 2008

Aprendiendo

No hay nada más excitante, aterrador y maravilloso que lo nuevo. No recuerdo cuando di mis primeros pasos, ni siquiera cuando me monte en una bicicleta y rodé. Me acuerdo que cuando tropezaba con el suelo y me raspaba las rodillas, me lamía un poco y la sangre paraba junto con el dolor. La primera vez que me fracture el brazo izquierdo no llore, ni la segunda ni la tercera. Es que el cuerpo tiene memoria de sus golpes.

Cuando maneje por primera vez un carrito (de golf), fue tan fácil, frene-acelere, y no hay más, lleve el timón correctamente por su carril –creo que fue la instrucción que me dio mi mamá en Peñalisa. En las tardes me iba por los campos de golf, por las vías principales y secundarias, hasta por los green… bueno, no era tan obediente como soy ahora.

Yo creía que con saber llevar el timón era suficiente para manejar un carro con cambios, de pronto esquivar los huecos y no es así. Ahora, que gracias a que me gradué (hace un año y punta) estoy tomando clases de conducción estoy descubriendo que manejar es un arte, sobre todo un arte de la mesura y costumbre… debo atinar a la combinación perfecta, freno-embrague-acelerador.

Tengo varios problemas, el primero es hacer la combinación sin que el carro cascabelee, se sobre-acelere o se apague. El segundo siempre me ha acompañado, reconocer cual es la izquierda de la derecha, lo que en términos prácticos se puede reducir a un arriba y abajo en la direccional. El tercero son los nervios, si uno aprendiera a manejar en una ciudad donde el tráfico no fuera tan caótico, donde las personas no pitaran, donde no tuviéramos afán… todo sería diferente, pero es muy lindo desear…


Con respecto al último punto, en la universidad yo trabajaba con neo-javerianos y me molestaba mucho que los alumnos los chiflaran o hicieran bromas pesadas por nuevos. Es que –como les dije alguna vez a un grupo de estudiantes- todos pasamos por ese punto, nadie pasa del jardín a la universidad y lo olvidan, lo cual es análogo con los conductores, nadie nace con el pase pegado a la frente y el ochenta por ciento toma un curso, al noventa por ciento se le ha apagado el carro. Y en la calle cuando ven un carro de enseñanza lo esquivan, te gritan cosas, piensan en lo buñuelo que eres tú sin mirar atrás, ver por el espejo retrovisor…


Espejos, quién dice que debes mirar tres espejos, coordinar los movimientos de tus manos y pies, sentir el motor… el instructor, figura tiránica y comprensiva que no se gano el pase en una caja de cereal, que de hecho, reconoce tu esfuerzo y se esfuerza en que tu apruebes un curso… en que tú le pierdas el miedo a manejar, a los conductores y dejes de lado los nervios.


Y con esto vuelvo a principio, manejar es una necesidad en nuestros días pero que rico sería hacerlo por gusto, y que siempre lo hiciéramos como la primera vez… que fuéramos un poco más tolerantes con los buñuelos…que de esos hay sobrepoblación. Por eso cuando vea un carro que dice enseñanza… recuerde que usted también fue buñuelo y hasta tamal….

Thursday, February 28, 2008

El árbol de manzanas

Lo más divertido era subirse al árbol y las tres de un brinco ya estábamos arriba. Todos creían que el mejor lugar estaba abajo, recibiendo las manzanas, nosotros creíamos que el mejor lugar era darlas, ofrendarlas a nuestros compañeros y pensábamos que ese juego era divertido.

La primera vez nos reunimos todos fue maravilloso, armónico, ya sabíamos que todos podíamos comer manzanas, como dijo Edelmira, nos negaron el paraíso y nos dieron el placer de la fruta, pobre Dios, tan ingenuo. Las manzanas eran jugosas, y con un mordisco, la boca se nos llenaba de ese sabor dulce, grumoso.

Nos gustaba cantar, y corríamos alrededor del árbol, caímos en la tierra, y nos levantábamos, así era toda la tarde y todas las tardes, ninguno faltaba a la cita, aunque tuviéramos mucho que hacer, aunque nuestras madres gritaran por los campos.

Mi madre, estricta y trabajadora, llegaba al árbol y nos bajaba de un grito, pero Nelly siempre se hacia la sorda, y seguía pasando las manzanas de las ramas mas altas. Mamá se disgustaba y se iba conmigo, me regañaba todo el camino, incluso una vez, llego a pegarme. Nelly, en medio de su rebeldía, sufría mucho por mí y por ella misma. Trepar el árbol era su forma de escapar de la rutina y de la presión que ejercía mamá en su vida.

Nelly era mi hermana menor, tenía doce años y mamá la trataba de controlar, cosa que nunca logro, Nelly hacia lo que quería y cuando quería, entraba y salía de casa como Pedro, estudiaba cuando quería y cuando no dormía, lo único que le interesaba era el árbol y la libertad que le producía trepar, se sentía cómoda con nosotros, a veces, cuando el tiempo se detenía, ella nos contemplaba y deseaba que todo fuera perfecto, como ese momento, pero los planes eran otros, como decía Edelmira, Dios es malo porqué ya no deja que nada sea perfecto, nos conduce una y otra vez al error…para aprender –gritaba Nelly­- para torturarnos. Para hacerlo mejor la siguiente vez -le decía yo y nos abrazábamos.

Wednesday, February 27, 2008

El paraíso perdido

Y el mundo se detuvo ante los ojos de Lina. Qué tan tarde puede ser, si la lluvia no se detiene en meses, o si la noche oculta al sol, o si tu mueres y yo me quedo sin tu voz.

Teco y Luna cantaban y cantaba, ni siquiera de noche nos dejaban descansar, era una sensación abrumadora; al principio la novedad, fue agradable, pero con los días todo se torno repetitivo, aburridor.

Miltón, mi tío, no se atrevía a decirme nada, pero estaba que sacaba los pájaros de la jaula y los dejaba volar, para siempre, situación un tanto extrema. - Que cantaran no era el problema –decía Miltón-, una vez y otra vez, ¡que siempre cantaran! era lo que le aburría, un día tomaría una decisión, la menos correcta.

Lina era pequeña pero muy perspicaz, le gustaba dibujar, adoraba el color verde, claro, oscuro, limón… conocía toda la variedad de verdes, los que daban sus colores, las crayolas, las acuarelas, los vinilos. Pintaba paisajes, y los nutría con colores azules y muchos pájaros; fue así como descubrió un día, en el árbol del pueblo a sus dos canarios, se enamoró de sus colores, de su canto. Y fue así como Miltón le ayudo a atraparlos.

Pero la noche, hay noche aquella en que en medio de la plaza, junto la obelisco le tocó llevar la sombrilla de su tío y no la jaula, y ella llevaba su carpeta, iban rumbo a la casa de su abuela. Noche triste en que su tío resbaló y la jaula cayo al piso y los pájaros volaron. Noche aún más triste, cuando descubrió que sus dibujos también habían caído, y se habían mojado, y el agua era una con el papel y el papel se había desdibujado y sus canarios volaron y volaron muy lejos.

Carolina Jiménez

Febrero 19 de 2008

Saturday, February 16, 2008

Una noche, una noche larga

Estaba oscuro, y como creo, no era de noche, pero mi percepción del tiempo puede estar un poco trastocada, todo es posible.

Moví un poco las piernas, las tenía entumidas, sentí que de los dedos del pie se desprendía un poco de sangre, quise recordar donde estaba, y me fue imposible. Levante la mirada, sólo por costumbre, y no vi nada… nada, me angustie, un dolor insoportable sacudía mi pecho, me levante sin fuerzas, resbale, grite, llore, maldije… -¿y ahora qué? Pensé.

Algo dentro de mi ser me decía que todo iba a estar bien, que esto era pasajero, que las alas, ¿las alas? Recordé que Dios no toma venganza y que los ángeles caídos andan por el mundo desterrados, dispuestos a que un alma buena los socorra.

- Claro, yo ya había hallado el alma, era pura, diminuta, estaba encerrada en un pequeño cuarto, un tanto dispar, un tanto sucio. La cama es particularmente fea, tiene una estructura metálica amarilla que esta cubierta por un pedazo de tela a cuadros, beige, verde y amarillo. Hay una silla de madera, una ventana que nunca se abre. Ella estaba sentada, encima de la cama, muy brava, muy ebria… de un momento a otro, rompió la botella, yo me aproxime y caí, rápido, quería evitar lo inevitable, grite, no me atendió… perdí el conocimiento, hasta ahora.

En la silla, tomo la mano de mi alma, y ella ya se fue.

Carolina Jiménez

Febrero 12 de 2008