Tuesday, March 22, 2011

Landscape of Toca

Creo que hay reacciones que no se pueden explicar, simplemente hay imágenes que son artísticamente bonitas, pero que se presentan vacías semánticamente, YA QUE PARA TI NO TIENEN SIGNIFICADO AFECTIVO-EMOTIVO.

Conocí Toca cuando tenía como quince años, vi la famosa hacienda a la que mi mamá hacía referencia cuando hablaba de su infancia, los muebles que morían en el primer piso del granero, el molino que traía agua y los juegos de cartas que hicieron mella en mi adolescencia en Kare-P.

A Toca la recuerdo como un lugar frío y embarrado que recorrí a caballo con Julian y Mauricio. De “El Vínculo” recuerdo un caballo dibujado en lápiz en la pared de un cuarto qué carecía de ventanas. Creo que lo que más me impresiono fueron las paredes de aquel palacio de la infancia de mi madre, ya que eran gruesas e imponentes, pero olvidadas por el tiempo, abandonadas a su suerte, tan fuertes para no caerse pero tan débiles por la falta de amor.

Mi mamá nos mostraba con sus manos donde quedó la casa del tío Alberto, en la Laguna, sepultada por el agua, cruzada por un río que ya no tiene cauce. Recuerdo que desde la casa de Margarita se podía ver la Laguna, y la noche, y las estrellas, y se sentía el frío. Entonces Toca se convirtió para mí en el lugar en el que mi mamá creció y neceó. Un lugar donde el verde se bifurca, como en la mayoría de paisajes Boyacenses, porque eso lo ves en sus carreteras, en Boyacá los paisajes cobran vida, y el tiempo se detiene.

Volví a Toca dos veces más, creo, recorrimos la carretera destapada que rodea la laguna, la última vez fue con Lucho y “El Vínculo” seguía siendo ese lugar olvidado por el tiempo, cambiado por la riqueza de su tierra… papa.

A diferencia de Toca me enamore de Tunja, de sus calles, de las plazas, de las iglesias, de su maravillosa biblioteca. Encontré gente amable, familiares comprensivos, construcciones que me decían mucho, me pasó igual en otros pueblos que conocí, habite, viví, como turista, descubriendo todas las gamas de verde, de blancos y de amarillas que puede dar la naturaleza.

Para mí Toca es el lugar en el que mi mamá veraneo, Boyacá es una lectura desde gusto, una vivencia desde el placer y un descubrimiento desde el corazón. Amo sus verdes y extraño sus calles ruidosas, calladas, solitarias, nubladas, húmedas; esas calles y carreteras que recorrí con dos maletas pesadas llenas de libros e ilusiones.

Eso es para mí Toca, un recuerdo ajeno que universaliza los paisajes y cielos boyacenses. Para ti es diferente ya que tiene un significado afectivo-emotivo profundo, eso lo respeto pero no trates de imponérmelo.

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