Sunday, December 02, 2012

Epílogo de un viaje.

De todos los lugares que visite este año conservo algo más que las colillas del tiquete que me quedan al abordar el avión. En Santa Marta me sorprendió el mar y una amiga, Cartagena me recibió con el Castillo de San Felipe y la brisa propia de la ciudad amurallada, el mar, un tsunami y hojas secas me quedaron Playa Blanca, en Barú.

Por trabajo anduve por tres lugares maravillosos:
Aguazul me recordó el verde de tierra caliente que tanto extraño, el sol picante y las tiendas de rebaja que caminaba con tanta fascinación en la Dorada. Uno de los mejores lomos de res que he comido, acompañado con Coca-cola y un buen libro.
En Quibdó descubrí la selva, recordé lo que es habitar un río, recorrerlo, amarlo. Me sorprendió la amabilidad de la gente chocoana y el cariño que le ponen a todo. En mi maleta no podía faltar la panela para mi mamá y el aguardiente para regalar. Me gustó la biblioteca del Banco de la República y el malecón, la iglesia y los indígenas a quienes les compre el collar más hermoso de girasol. De Tierra Santa traje vestidos y blusas, del río tengo la imagen del bagre saltando por una vida que ya no tiene y unas manos callosas que descaman la vida que produce el río. Felix en su barco mostrándome la grandeza de su Atrato mientras otras manos van dragando sus entrañas. La gente en Quibdó es como su San Pacho: colorido, amable y enviciador.
San Andrés es el paraíso al que debes volver, el mar azul, o no tan azul si llueve, te muestra lo grande e infinito que puede llegar a ser el agua, su gente, su comercio. Verte en un salón con  un turco, un cristiano, un baptista es habitual y enriquece tu conocimiento sobre el mundo. Recorrer San Andrés con un corsario, sentarse en la mesa con un rasta y anidar en una Casa de la Cultura en ruinas, son cosas que alimentan tu espíritu y valen la pena recordar.
Hacer escala en Medellín, recordar su clima, sus calles, su arquitectura, y en ellas casi perder mi enchufe con el mundo, esa cartuchera roja que hacia dos años había adquirido en el hueco... 

A Venezuela fue con mi familia, con mi mamá, al matrimonio del primo Alejandro. Cucuta es otro mundo, está más allá que acá, la amabilidad de los primos y su gran cátedra "chavista", pasas la frontera automáticamente llegas a San Antonio, como si fuera tu país sin señal en el celular. Me sorprendió la amabilidad de los venezolanos, lo económico que se consiguen algunas cosas. Me emocionó estar en al catedral de Rubio, la iglesia y el mercado de Peribeca, el comercio en San Cristóbal, encontrar publicaciones de Ekare que ahora son tesoros en mi biblioteca. 

De tantos viajes, hoy solo quiero abordar un avión, tener un itinerario y una nueva cama en la cual dormir. 

Y me queda una canción bandera del 2012:
Chocquibtown. Hasta el techo

Saturday, December 01, 2012

Expresar. 2. Refl. a) Exteriorizarse, dar a conocer la...

propia personalidad. Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana por R. J. Cuervo.



A un hombre gris que conocí una vez,
Att: Momo.

Otra vez tú, caballero sin armadura que vences mis defensas, y caigo herida a tus pies.

Pero sabes, no era necesario que vinieras con tu patrona para acabar de matarme, ¿realmente era necesario que profanaras mis templos? Mis creencias, en esa entonces, ya estaban débiles.

No te importa nada, la inmortalidad es terreno divino, los héroes como los caballeros y los hombres son finitos. Los muertos finalmente resucitan, de la carne al polvo, y en el aire se diluyen.

Buen vuelo... con el caballo en tierra el caballero pierde sus pies.

Monday, October 15, 2012

Notas de un viajero

Un buen promotor de lectura se deja llevar por su instinto... sin leer la reserva del vuelo se dirige directo al Aeropuerto para darse cuenta que... debía llegar al Puente aéreo.
Voy en Camino.

Tuesday, September 11, 2012

Encuentro con el poeta


Siempre: un instante en nuestra vida o nuestra vida en un instante...

Debí ser muy pequeña cuando recibí el libro de poesía de Jairo Aníbal Niño Preguntario y cuando a mi hermana le regalaron La alegría de querer. Recuerdo que en mi casa siempre hubo libros, tuvimos una colección de cuentos de los clásicos en pasta dura de colores, tal vez de Oveja negra.

No sé a qué edad empecé a escribir pero mi mamá recibió las mejores tarjetas hechas por una hija, eran con formas, cortes y palabras precarias de una niña que hasta ese momento estaba empezando a descifrar el mundo y descubriendo las palabras que la marcarían. Realmente no sé si leía o si ella me leía, tenía una fascinación loca por la mitología griega (Por todos los dioses), Mi amigo el pintor y El diablo de la botella (libros que conservo de Norma).

Garabateaba poemas, desde pequeña me acostumbre a escribir en verso, y aunque nunca tuve muchas amigos siempre llenaba cuadernos con palabras, versos, oraciones y poemas, muchos de amor; inventaba nombres y reescribía e ilustraba mis escritos. Dibujaba con acuarelas o colores el mundo. Me caía de los patines y me sumergía en las piscinas azules de mi ciudad.

Mi mamá guardaba todo lo que yo hacía y escribía, sobretodo llevaba un poema consigo. Ese día había llovido, mi colegio era solo barrial y los niños corríamos de un lado al otro, de pronto soñaba con que me llevará el viento, la diversión la hacen las cosas pequeñas y la lluvia en tierra caliente siempre es propicia para volar como Juan Salvador Gaviota. Supongo que eran las cuatro y algo cuando me recogió, no se molesto al verme tan sucia y me llevo a un lugar maravilloso, la biblioteca del Banco de la República en Girardot, ya estaba seca y entramos a la conferencia del POETA Jairo Aníbal Niño.

Él dijo cosas sobre la poesía y el amor, y los adultos le preguntaban cosas absurdas, yo estaba maravillada al tener a mi poeta en frente y dentro de la timidez que me caracterizaba, yo solo quise que nos leyera un poema (no recuerdo cual), luego mi mamá le paso el poema que tenía de mí y se lo obsequió, él hizo que yo lo leyera frente a todos… fue mi primer encuentro con el público. Cuando la charla se terminó, Jairo Aníbal Niño me dijo que era muy bonito mi poema y que tenía que escribir más, me dio sus datos y me escribió un par de veces. Esa noche estuvimos un rato más en la biblioteca y luego nos fuimos a casa.

Pasaron algunos años y después de mucho desistir y persistir entré a estudiar Literatura en Bogotá, y me sentí mala escritora, mis palabras no sonaban tan bien y fui abandonando el oficio de la escritura poética y encontrando la cuenteria. Y un día la facultad había invitado al POETA a una charla, el auditorio estaba lleno y yo lloraba porque estaba viendo a mi ídolo de infancia, los adultos le hicieron preguntas tontas sobre el amor, la vida, la técnica, preguntas que desdibujan la poesía. Yo, como la primera vez, ose en pedirle que me leyera mi poema El caballo y lloré, ese fue unos de los días más hermosos de mi vida; quise que me firmara mi edición de Preguntario, la de Valencia editores, que conservo como un tesoro.

Eso me ayudo a entender mi función como mediadora de lectura. Lo leí varias veces a docentes cuando hacía talleres, ya que la historia lectora de un niño empieza en casa y en la escuela, y es deber del maestro permitir que los niños vuelen en caballos de mil colores, que comen hojas de menta y se esconden en diminutos delantales.


Este texto fue escrito  para el Curso virtual de Lectura en voz alta.
Sobre historia lectora.

Friday, August 31, 2012

Odisea Quibdó... instrucciones para no perder un avión.


1. Llegue con anterioridad al aeropuerto, no importa que "su tiquete" diga lo contrario.
2. Haga cara de despistada para que le den el pasabordo.
3. Sonría, corra y discúlpese por la hora.
4. Llegué a la sala, y no se le ocurra comprar almuerzo... puede salirle muy caro el sandwich.
5. Sonría por segunda vez, agradezca que llegó para el últi
mo llamado y mantenga la cara de despistado.
6. Agradezca que el vuelo fue agradable, la ventana era suya y su compañero de silla era chino.
7. Por ningún motivo refunda la cédula, con ella también puede sacar el equipaje cuando el pasabordo ha desaparecido entre sus maletas.
8. Encuentre un taxista buenagente que le sirva de guía turístico y agente hotelero.
9. Registrese en un hotel y disfrute de su estadía. Recuerde que son pocos días.